La corrupción en México: percepción, prácticas y sentido ético > Introducción

Introducción


Cada vez con más frecuencia conocemos hechos escandalosos de corrupción por todo el mundo. Pareciera que no hay región o país que se salve. La literatura sobre la corrupción plantea que ello puede deberse, al menos, a un aumento en términos absolutos o a una mayor atención mediática de este tipo de eventos.

Por corrupción los países y las personas entienden una diversidad importante de cosas. No existe y tal vez no sea posible construir un término que englobe todas las modalidades que la misma puede adoptar. Conductas y actitudes deshonestas en las relaciones cotidianas son consideradas por algunos verdaderos actos y relaciones de corrupción aunque en ellos no participe una agencia o un agente gubernamental. En el ámbito público y en los Estados democráticos es donde las relaciones corruptas se ven más fácilmente y causan mayor irritación.

De acuerdo con la percepción de las personas entrevistadas en la Encuesta Nacional de Corrupción y Cultura de la Legalidad 2015, la corrupción ocurre tanto en el espacio público como en el privado. Cualquier persona puede participar en actos de corrupción, pero el foco está puesto en el gobierno y en los servidores públicos.

El comportamiento abusivo, delictivo y deshonesto de los servidores públicos respecto del manejo de recursos públicos y el soborno son tal vez el lado más visible o el que causa mayor atención de los investigadores cuando se estudian los fenómenos de la corrupción. Para obtener mayor información sobre la percepción de las personas el cuestionario sobre Corrupción y cultura de la legalidad que se aplicó también averigua —al menos trata de averiguar— lo que piensan los mexicanos entrevistados sobre estos dos aspectos temáticos en relación con sus propios actos. Los cuatro temas que agrupan las 61 preguntas que se formularon a los encuestados son: Percepción y nivel de tolerancia en los mexicanos, Cultura de la denuncia y la sanción, Acciones para combatir la corrupción y Cultura de la legalidad. Las relaciones entre corrupción y cultura de la legalidad se plantearon para que los encuestados opinaran respecto de su propia conducta y prácticas sociales, y no sólo desde la perspectiva de cómo perciben lo que hacen “los otros”, especialmente los servidores públicos.

El libro que presentamos consta de cuatro capítulos. El primero se encarga de la definición conceptual de la corrupción en términos generales y en particular en el Estado democrático. A partir de la revisión de la literatura sobre el tema podemos entender la complejidad que entraña construir una definición conceptual que facilite su entendimiento. La corrupción puede ser aprehendida desde diferentes disciplinas sociales. Si partimos de un enfoque ético la veremos como un problema de deshonestidad. Cuando la abordamos a partir de la filosofía podemos concentrarnos en las consecuencias de la desigualdad e injusticia que genera. Desde la perspectiva económica, los actos de corrupción distorsionan los precios y por tanto producen desequilibrios en el mercado. Por último, pero no por ello menos importante, el derecho aborda el problema desde la perspectiva penal y se ve obligado a tipificar una serie de delitos, entre los cuales podemos contar el soborno, la extorsión o el peculado por sólo mencionar los más importantes.

No existe autor que no reconozca que la corrupción es un fenómeno humano que ha estado presente en todas las formas de la civilización humana y ha sido parte de cualquier sistema político conocido. Si bien supone una serie de conductas y responsabilidades individuales, es necesario entender la corrupción en la lógica de redes ya que normalmente los fenómenos de corrupción suponen la existencia de cómplices y, en muchas ocasiones, además de las víctimas personales hay grandes afectaciones sociales.

Tres fenómenos son propios de nuestra época: el incremento en el número y magnitud de los fenómenos de corrupción; segundo, en la misma proporción han crecido tanto los esfuerzos académicos por entender el fenómeno como los intentos gubernamentales por disminuirlo y, tercero, cada vez es mayor la indignación social que causan éstos y más profunda la afectación a la legitimidad de los gobiernos cuando se les clasifica como corruptos.

El capítulo segundo hace un resumen de los diversos instrumentos que se han utilizado para entender el fenómeno de la corrupción e intentar medirlo. Hablar de la corrupción abiertamente es una innovación de la última década del siglo xx. En términos generales podríamos decir que no tenemos más de 25 años que empezaron a hacerse los primeros esfuerzos por cuantificar, a través de diversas herramientas más o menos objetivas, qué tanta corrupción hay en la relación entre gobernantes y gobernados en los diferentes países.

A pesar de su reciente aparición son muchos los instrumentos, nacionales e internacionales, que han desarrollado diversas metodologías con el propósito de establecer índices que cuantifiquen la corrupción en un determinado país y hacer comparaciones internacionales. Algunos de estos instrumentos están diseñados para medir la percepción que del fenómeno de la corrupción se tiene en una determinada sociedad, otros buscan medirla a través de datos duros y experiencias concretas de corrupción.

En este capítulo se hace una revisión general de diversos instrumentos que se han utilizado tanto en el mundo como en México para medir el fenómeno de la corrupción. Se busca entender la metodología de éstos y se señalan alcances y limitaciones de los diferentes instrumentos con los que hasta ahora contamos. Existen posiciones críticas a todos y cada uno de los instrumentos, a veces las resistencias son de carácter académico y han servido para señalar errores metodológicos propiciando una evolución en las definiciones técnicas. En otras ocasiones, hemos de reconocer, las críticas son de carácter político, ya bien sean éstas derivadas de la resistencia para aceptar los resultados o porque se cuestiona la legitimidad de que algún organismo se atribuya la autoridad moral para establecer índices que asignen un determinado lugar a todos los países.

El tercer capítulo es el que propiamente desarrolla el análisis de la encuesta y pone en contexto los hallazgos y resultados de la misma. De acuerdo con los resultados de la Encuesta de Corrupción y Cultura de la Legalidad, 92 por ciento de las personas encuestadas considera que en México hay corrupción, y que es en el sector público donde hay más (73.9 por ciento). Y dentro de este sector la mitad considera que es en los niveles altos donde más se práctica (47 por ciento, 21.1 y 20.7 por ciento, respectivamente, consideran que es en los niveles bajos y medios). Aunque también se reconoce que la corrupción ocurre en diversos aspectos de la vida cotidiana, como el trabajo, la escuela, la colonia, la familia, la iglesia o en el sector privado. A la pregunta ¿cómo se considera usted a sí mismo? en una escala donde 0 es “nada honesto” y 10 es “muy honesto” el promedio dio 7.9. Esto es, a pesar de que se reconoce que el mal está presente en casi todos los espacios de la vida la percepción que sobre sí mismas tienen las personas encuestadas es más cercana a ser muy honesto que a no serlo.

Pese a los esfuerzos gubernamentales que tratan de ocuparse del tema, 75.1 por ciento de los entrevistados dijo que no conoce alguna campaña anticorrupción difundida por un medio de comunicación y 49.3 por ciento considera que no son útiles las campañas anticorrupción.

En el tema relativo a la cultura de la legalidad la mayoría de los encuestados asocia respeto a la ley y justicia con la noción “cultura de la legalidad”, pero sólo 5.1 por ciento en promedio dijo que conoce las leyes, y 4.8 por ciento en promedio, considera que se respetan las leyes en México en una escala donde 0 es “no se respeta nada” y 10 es “se respetan mucho”. A la pregunta de si consideran que ¿las normas actuales están acordes con la realidad que vivimos?, 66.7 por ciento dijo que no, frente a 17.7 por ciento que respondió sí. Respecto de la frase “a menor respeto de las leyes, mayor corrupción” casi la mitad de los encuestados, esto es, 44 por ciento, dijo estar totalmente de acuerdo.

En este capítulo se incluyen algunos resultados de otras encuestas que sirven para comparar la evolución del tema en México. También nos apoyamos en resultados del grupo de encuestas del proyecto Los mexicanos vistos por sí mismos, que nos sirven para corroborar que la corrupción está presente en prácticamente todos los ámbitos de la vida nacional, pues en muchas de las 25 encuestas se menciona como uno de los tres principales problemas de México. Los mexicanos perciben que afecta lo mismo a la justicia que a la educación, inclusive se considera que podemos identificar el ser mexicano con el ser corruptos.

Por último, en el cuarto capítulo se analizan las políticas públicas y los esfuerzos del gobierno por hacer frente al problema. Para ello se hace una pequeña revisión de las principales medidas tomadas en contra de la corrupción a partir del siglo xxi. Se hace una revisión de los instrumentos legales que han sido creados y reformados a lo largo de quince años. El incremento tanto en los escándalos de corrupción como en la percepción de los mexicanos de que ésta es cada vez más grave no se debe a falta de atención por parte del gobierno. Muchas han sido las medidas tomadas, sin embargo éstas se perciben como ineficaces, dispersas y descoordinadas. No han servido ni para inhibir las conductas ni para sancionar a los culpables.

En este capítulo se analiza con mayor detalle la reforma constitucional que fue promulgada en mayo de 2015 y que se ha conocido como el Sistema Nacional Anticorrupción, que busca ser una solución integral al problema de la corrupción en México al tener un enfoque transversal que va desde la prevención hasta la sanción. Se destaca la participación activa que tuvieron diversos organismos de la sociedad civil. No resulta exagerado afirmar que sin su presencia y presión, difícilmente se habría aprobado.

Las conclusiones, tanto de la encuesta, como del presente libro, son poco optimistas. Los mexicanos estamos convencidos que la corrupción es grave en México, que debería ser intolerable y que el gobierno debería trabajar activamente en su control y disminución. No obstante lo anterior, tenemos muy poca fe en la efectividad de las medidas tomadas hasta ahora y por ello creemos que el problema irá en aumento. Esperamos que este libro pueda ser una pequeña contribución al mejor entendimiento del problema y que esto, a su vez, sirva para el diseño de mejores políticas públicas.