El déficit de la democracia en México > Introducción

Introducción

Lorenzo Córdova *
Julia Isabel Flores *
Omar Alejandre
Salvador Vázquez del Mercado


Una de las asignaturas pendientes de la democracia mexicana es elevar los niveles de la cultura política. Pese a los evidentes avances que hemos logrado en el diseño e instrumentación de las reglas del juego democrático, las cuales han contribuido a darle credibilidad al sufragio y equidad a las contiendas, todavía persisten prácticas de los actores políticos y los ciudadanos que hablan de un México que pensamos había quedado en el pasado.

Ello no significa que las actitudes de los mexicanos sobre los asuntos públicos se hayan quedado paralizadas en las últimas décadas, ni que las prácticas democráticas no incidan en la forma en que la sociedad percibe y enfrenta el ejercicio del poder, la elección de gobernantes y representantes, así como la influencia que pueden ejercer los ciudadanos sobre las autoridades. De ninguna manera. Claro que la sociedad mexicana ha experimentado cambios. Las exigencias en términos de transparencia electoral y rendición de cuentas para partidos, candidatos y gobernantes hablan de sectores de la clase política que impulsan un verdadero sistema democrático y una sociedad más interesada en lo público; pero, al mismo tiempo, lamentablemente muestran la persistencia de otras actitudes autoritarias que se niegan a desaparecer y de comportamientos pasivos que debemos erradicar de nuestra cultura política para consolidar la vida democrática.

Ciertamente el andamiaje institucional construido para edificar el sistema electoral mexicano en el último cuarto de siglo, si lo comparamos con el que existe en otros países que se consideran democracias consolidadas, podría ser un ejemplo a seguir. Sin embargo, coexiste con actitudes de algunos actores políticos y de sectores de nuestra sociedad que distan de estar a la altura del desarrollo institucional que hemos configurado para la recreación democrática. Dicho de otra manera, para consolidar las transformaciones electorales de nuestro país es necesario que la cultura política, primero sea de tipo democrática, y segundo, que se sincronice con el ritmo del sistema electoral.

Para entender claramente las características de la cultura política que queremos es necesario agregarle el adjetivo “democrática”. Esta precisión es importante porque no debemos olvidar que también los sistemas autocráticos generaron sus propios códigos que explicaban, justificaban y nutrían los abusos y el autoritarismo. Por ello, cuando hablamos de cultura política democrática estamos: 1) definiendo su compatibilidad con un sistema de gobierno, 2) bosquejando los valores, procedimientos y prácticas en los que se recreará dicha cultura, y 3) su contribución para procesar las decisiones políticas. Para decirlo de otra manera, la cultura política en un sistema democrático supone que existen las condiciones para la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos y que cuentan con la información mínima para incidir en la toma de decisiones. La cultura política, en consecuencia, es un componente indispensable para el fortalecimiento de los sistemas democráticos y facilita que la maquinaria electoral funcione de manera fluida y se retroalimente. De ahí que se requiera impulsar el desarrollo de una cultura política y sincronizarla con la evolución del modelo electoral que se ha edificado en México.

El desfase entre cultura política y democracia ha sido estudiado por diversos autores y es un tema recurrente de instituciones académicas, organismos multilaterales y organizaciones sociales. Reconocer esta asincronía ha dado lugar a variadas interpretaciones, a intentos por generar estrategias aisladas de construcción de ciudadanía y a proyectos institucionales de educación cívica que pretenden empoderar a los ciudadanos en el ejercicio de sus derechos para que, a través de ellos, asuman un rol más activo que regule y module las decisiones de sus autoridades y representantes políticos.

Aunque la construcción de una política de Estado que impulse la edificación de la ciudadanía para que los mexicanos se asuman como titulares de derechos, es todavía un pendiente en esta segunda década del siglo xxi, se han elaborado estudios por instituciones académicas y especialistas que ya están bosquejando ciertas características, datos y prioridades que ayudarán a establecer una política pública en materia de educación cívica.

En particular, el presente libro El déficit de la democracia en México, representa el análisis efectuado a partir de los resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Política (encp) aplicada en el marco del gran proyecto Los mexicanos vistos por sí mismos: los grandes temas nacionales, auspiciado por la unam. Este libro, estructurado en once capítulos, da cuenta de cómo ha venido modificándose el interés de los ciudadanos en la política y los asuntos públicos y de cómo pueden interpretarse estos cambios. El libro trata, siempre desde la óptica de los encuestados, la influencia y la importancia de los medios de comunicación para enterarse de la política y la vida pública; la percepción que tienen los ciudadanos del sistema democrático según sus preferencias electorales y orientación ideológica; la relevancia de la titularidad de derechos y la cohesión social para la pertenencia a una comunidad; la relación entre participación en la política y las formas en que se percibe la conexión entre ciudadanos y gobernantes; cómo se entienden la transparencia y la rendición de cuentas; los filtros por los que se interpretan los valores autoritarios y los democráticos, así como lo que entienden los ciudadanos por compromiso democrático y cuáles son los elementos que permiten hablar de un déficit de la democracia mexicana en la actualidad.

Las respuestas denotan la importancia que los ciudadanos le dan a la política y las expectativas que de ella tienen. En esta encuesta, al igual que en otros estudios de opinión sobre la calidad de la ciudadanía, llama la atención que cerca de la mitad de los entrevistados consideren que eventualmente para actuar de manera correcta hay que incumplir la ley. De la misma forma, para una cuarta parte de los encuestados deben romperse las leyes para aplicar la justicia, lo que evidencia que en la ruta de construir una ciudadanía comprometida con las premisas democráticas, el énfasis en la cultura de la legalidad juega un papel central.

Paradójicamente, mientras la mayoría de los mexicanos opina que los gastos del gobierno, las actividades en contra del crimen organizado y la información de los sueldos y propiedades de los funcionarios públicos deberían ser considerados información pública, uno de cada cinco encuestados estima que los funcionarios públicos podrían sacar provecho de su cargo, siempre y cuando hagan cosas buenas. Esta situación de exigencia y rendición de cuentas para los funcionarios, que habla de un nivel de cultura política y de un empoderamiento de los ciudadanos respecto del ejercicio de sus derechos, coexiste con sectores de la población que se conforman con actitudes parcialmente probas de los funcionarios con tal de que las instituciones públicas cumplan con sus funciones.

En general, es evidente que la valoración de los encuestados sobre las elecciones está dividida y convendría reflexionar si esta división obedece a las expectativas sobre la democracia o a posturas partidarias. Es particularmente relevante señalar que para los encuestados existe un gran vínculo entre democracia y derechos humanos.

Para concluir, conviene incorporar algunas consideraciones que sustentan la idea del déficit democrático presente en este libro. Este concepto equivale a la demanda insatisfecha, lo que significa la diferencia entre la importancia que se da a la democracia y la satisfacción que ésta provoca. Dicho concepto se ha generalizado en las democracias jóvenes y se asocia principalmente con los problemas económicos que padecen dichas sociedades. Es decir, el déficit democrático es mayor para los ciudadanos que creen que la democracia es la mejor forma de gobierno, que para aquellos que consideran otras alternativas para gobernarse. En tal contexto, la correlación de datos que ofrece la encuesta indica que quienes más valoran la importancia de que México sea gobernado democráticamente, consideran que la forma en que hoy se gobierna es poco democrática. Dicho de otra manera, a mayores expectativas, mayor déficit democrático.

Indudablemente, los resultados de esta Encuesta Nacional de Cultura Política proporcionan información útil para conocer cómo ven los ciudadanos la democracia que tenemos. Los contrastes son evidentes, tema por tema, cosa que no podría ser diferente en un país con tantas desigualdades como el nuestro. Es claro, como se puede apreciar en las páginas de este libro, El déficit de la democracia en México, que la cultura política en nuestro país ha evolucionado y que ante el anhelo de transformar a las instituciones por la vía pacífica, las expectativas para el funcionamiento de la democracia son muy altas. Esto impone un enorme desafío a los integrantes de la clase política y a las instituciones involucradas con el desarrollo de la cultura democrática.

Las reflexiones y los resultados contenidos en este libro, y en general en la colección Los mexicanos vistos por sí mismos, serán insumos muy valiosos si queremos construir una política de Estado en materia de educación cívica que contribuya a la cohesión social, a la consolidación de la democracia y sobre todo a que la participación de los ciudadanos en la arena pública se convierta en una brújula para las prioridades políticas y legislativas y en un regulador del ejercicio del poder político en México.



* Investigadores del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam.